NEUS PENICHE
Titular de Unidad, Secretaría de Energía
Empoderamiento Femenino:
Motor para la Innovación y el Crecimiento Económico
El sector energético ha tenido siempre un papel estratégico en el desarrollo nacional y la estabilidad de las finanzas públicas, independientemente de los contrastes entre las diferentes políticas públicas en turno. El sector se ha transformado, como lo han hecho el país y el mundo entero y las políticas medioambientales, de género y de gobernanza han contribuido decididamente a dicha transformación.
Hace una década se puso en marcha en nuestro país un modelo energético basado en el libre mercado y la libre competencia que concebía a la energía como un commodity de alto valor a ser maximizado bajo cualquier circunstancia, constriñendo a las empresas públicas a ceder actividades, servicios y activos públicos a favor de empresas privadas. El modelo esbozó un esquema de pesos y contrapesos que pretendía diluir la influencia del Estado ante los incipientes mercados, sin embargo, la declaratoria anticipada y ficticia de condiciones de competencia, la desarticulación de las autoridades y la falta de planeación, regulación y supervisión sectorial languidecieron el modelo.
Desde 2018 se replanteó dicho modelo con una visión social no puramente económica. La equidad de género es parte esencial expresa de la transición energética. La energía se concibe como un derecho humano, palanca de desarrollo y facilitador de programas sociales y proyectos estratégicos del Estado, por lo que la planeación estatal, el fortalecimiento de las empresas públicas y el control de precios se vuelven pilares del nuevo modelo humanista que no solo enfrentó resistencias naturales de grandes intereses construidos y tolerados por décadas, sino también toda clase de procesos judiciales que por razones de fondo, de forma o por simples estrategias dilatorias han dificultado la instrumentación plena de la política sectorial vigente y han minado la certeza jurídica.
Hoy es tiempo de mujeres, nadie tiene duda y el sector energético no es la excepción, con orgullo y admiración sigo el actuar de mujeres talentosas y coherentes que dirigen por igual institutos de educación e investigación, empresas petroleras y eléctricas de relevancia mundial, laboratorios, entidades de metrología, de estandarización, secretarias de estado y gobiernos de los tres órdenes, incluida, por vez primera, la Presidencia de la República.
Emociona escuchar con frecuencia y en todo tipo de foros que “cuando llega una llegamos todas” y es que más que una frase sorora es una visión compartida de la realidad que empieza por el resquebrajamiento de los techos de cristal pero que se materializa en acciones simples y cotidianas que hacen diferencias específicas indudables de impacto positivo en la vida general de las mujeres.
Hace unos meses se inauguró el lactario de la Secretaría de Energía, acto que probablemente pasó desapercibido para la mayoría de los servidores públicos y que yo viví con gran entusiasmo y sensación de victoria. Me maravilla que hoy las madres puedan compaginar con dignidad, higiene, eficiencia y respeto sus deberes laborales y la responsabilidad insustituible de alimentar un hijo.
Este acto también me revivió memorias nostálgicas de 2008, cuando tuve el honor de convertirme en madre por segunda ocasión y sobrellevar, además de las cargas domésticas habituales, la asumida desaceleración del Plan de Carrera y las preocupaciones propias de la maternidad y del trabajo, las burlas y el sarcasmo de los compañeros por llevar equipo de lactancia o guardar leche materna en el minibar junto a sus topers. Llegaron al extremo de tomarme fotos y videos, haciendo escarnio de una actividad tan noble y bonita. Pasaba más de media hora parada en el baño, sin condiciones de comodidad o higiene y mi jefe, lamentablemente una mujer, criticaba y censuraba mis “largos descansos”.
Estos actos que en su momento me causaron frustración, vergüenza y enojo hoy son simplemente inconcebibles y hasta sancionables penalmente. Sin duda hoy vivimos en un lugar mejor, aunque el camino ha sido largo y lento, por lo que no debemos ceder ni un milímetro en la reivindicación de nuestros derechos, que no son concesiones ni privilegios. Ni un paso atrás hasta que toda mujer sea libre y digna.
La educación es sin duda una forma de lograrlo y de contribuir a la innovación y al crecimiento del sector en general y de la industria eléctrica en particular. Es necesario garantizar el acceso equitativo a la educación técnica y profesional para todas las mujeres y niñas, por parte del gobierno y de la propia industria.
En ese sentido, tuve el privilegio de conocer la Universidad Rosario Castellanos, institución pública y gratuita impulsada desde la CDMX por la presidenta electa, con el objeto de democratizar la educación y promover la innovación y la especialización. Su programa de estudio incluye carreras tan novedosas como licenciaturas en ciencias ambientales para zonas urbanas, ciencias de datos para negocios, urbanismo y desarrollo metropolitano, economía y desarrollo sostenible, derecho y seguridad pública, ingenierías en control y automatización y en desarrollo comunitario, además de otras profesiones tradicionales y carreras técnicas.
El lema de la Universidad es “libres, dignos y humanos”, y su metodología presencial, híbrida o en línea ofrece una opción educativa moderna y asequible para la formación de capital humano calificado y especializado con visión humanista. Según información proporcionada por su directora, más del 80% de su plantilla estudiantil son mujeres.