CLAUDIA ILEANA ÁVILA CONNELLY
Funcionaria pública ex lider empresarial
Más allá de las Normas:
Un Compromiso con la Integridad y las Oportunidades
La igualdad de género debe ser un motor de oportunidades que se fundamenten en el talento, el compromiso y la integridad de cada individuo, trascendiendo la mera obligación de cumplir con normativas o cuotas. Es imperativo que los líderes comprendamos y valoremos que la igualdad, como expresión de la integridad, constituye un pilar fundamental de la dignidad humana. Debemos comprometernos a fomentarla de manera activa tanto en el ámbito público como en el privado.
Una mujer talentosa y comprometida es sin duda, un valioso activo para cualquier organización. Sin embargo, para que podamos desplegar todo nuestro potencial, es esencial que se reconozcan y valoren nuestras contribuciones y límites, dentro de un entorno que sea amigable, receptivo a la retroalimentación y sobre todo, equitativo y libre de cualquier forma de violencia.
Uno de los desafíos más significativos que he enfrentado en mi trayectoria profesional ha sido la defensa de la integridad. Más allá de mi condición como mujer, estoy convencida de que todos somos responsables de proteger los derechos humanos y de garantizar la transparencia en cada una de nuestras acciones, actuando siempre por convicción y no por mera obligación. No se trata solo de cumplir con lo que dictan los manuales, sino de tener la conciencia de que, si cada uno de nosotros cuida del bien común, a largo plazo todos nos beneficiamos.
Las situaciones de injusticia, violencia o falta de integridad me han puesto frente a la difícil decisión de quedarme o marcharme. Al final, siempre he optado por irme, pues cuando los valores personales no coinciden con los de la organización, la motivación se desvanece, y el trabajo diario deja de ser una fuente de satisfacción para convertirse en una carga.
Un buen amigo de República Dominicana me dijo una vez: “Las reglas del juego hay que aceptarlas, o no se juega.” Sus palabras son sumamente sabias, ya que nadie nos obliga a trabajar en una empresa, a menos que lo hagamos por necesidad o no tengamos otra alternativa. Sin embargo, lo más sensato es renunciar a aquello con lo que no estamos de acuerdo o que compromete nuestra integridad. Si decidimos quedarnos, debemos aceptar la realidad y dar lo mejor de nosotros, siempre alineándonos a las normativas y actuando con excelencia.
Las iniciativas para promover la igualdad de género solo son efectivas cuando se traducen en acciones concretas y los líderes actúan como modelos a seguir. De lo contrario, se quedan en meros documentos que nadie lee, que no generan convicción y que nunca se implementan.
Las mujeres nos esforzamos y demostramos valentía de manera natural, impulsadas en parte por nuestro instinto maternal. Sin embargo, nuestro autoempoderamiento se ve debilitado cuando el entorno no reconoce ni valora nuestras contribuciones. Aunque nuestros sistemas de creencias nos fortalecen en términos de fe y confianza, los estímulos externos son esenciales para generar la energía positiva que nos impulsa a lograr resultados satisfactorios, tanto para nosotras mismas como para la organización.
La igualdad de género está profundamente ligada a los estereotipos culturales que asignan roles específicos a mujeres y hombres dentro de la familia y el hogar, así como a las normas sociales que en muchos casos, tienen más peso que el propio marco jurídico. El verdadero desafío radica en transformar conductas y actitudes para romper esos estereotipos. La pregunta es ¿cómo hacerlo? Políticas públicas, campañas permanentes, incentivos, la acción de la sociedad civil, e incluso el apoyo de organismos internacionales como UNICEF, pueden jugar un papel crucial. Sin embargo, lo más importante es que el liderazgo esté firmemente convencido del propósito para que estas iniciativas se implementen de manera efectiva y logren el impacto deseado.
Un primer paso esencial es que cada uno de nosotros comience a actuar en este cambio desde nuestra propia trinchera, empezando en casa y siendo un ejemplo en nuestra comunidad, en las escuelas y en el trabajo. Con una intención colectiva y esfuerzos coordinados, es posible ir transformando el sistema y derribando las barreras que perpetúan la desigualdad.